miércoles, 23 de julio de 2014

soñar


Tarde de junio a las 16 horas, el verde césped resplandece casi que de forma descomunal, hay un griterío desde los cuatro costados que revientan los oídos, en el borde del aérea, apenas afuera de la linea de cal, tirado sobre el costado zurdo esta él, solo él y la redonda de cuero. Hay una suave brisa que atraviesa el campo de juego, refresca, el viento le deja rosado los pómulos y le aliviaba la respiración, que dicho sea de paso, se entrecorta por los nervios del partido que se disputa.

El juez, parado sobre el área, demarca el lugar sobre donde se ubicará la barrera rival, mientras tanto, Román mira con el filo de su  ojo derecho el ángulo superior del  guardameta, seca la transpiración con sus mano, mientras desde los lejos escucha los gritos del cuerpo técnico que se confunden con el griterío de la gente. Toma carrera, pisa con la punta del botín como para afirmarse y que el primer paso sea bien firme, lo necesario para impulsar la carrera.
Suena el silbato, el juez da la orden de cobrar la falta, corre hacia el balón  mientras un compañero salta sobre la pelota buscando despistar a los rivales, al mismo tiempo otros dos que están en la barrera empujan hacia el costado para generar el arrugue de la barrera necesario, llega a la pelota y la impacta con la pierna derecha, la terca de cuero vuela sobre la barrera la supera la misma y entonces el arquero ve que esta se le cuela en el ángulo, se mueve al costado en desplazamiento lateral salta pero el vuelo se hace inerte estira la mano en pos de alcanzar la pelota pero nada, no logra llegar.
En eso mientras la pelota golpea el palo se escucha un grito, es la abuela,  que grita desde la ventana, por que la plastiball de román pego en una azalea y le rompió un gajo, las tribunas súbitamente desaparecen, la gente se esfumó, el verde césped, paso a sera baldosas color naranja, mientras la nona a las chuequeadas sale al patio a regañarlo por que la planta que rompió llevaba meses creciendo. Román baja la cabeza mientras Capitán, el perro de la casa, lo mira atrás de la abuela.
El partido de final del mundo no existe mas, se comió una terrible cagada a pedos, por andar jugando a la pelota a la siesta. La abuela le pide por favor: - anda a dormir la siesta.
Román sale silbando bajito con la pelota abajo del brazo, en la puerta de la casa hay una definición por penales para buscar el desenlace de la  copa intercontinental. Pero primero hay que salir despacito por las cocina sin que su madre lo escuche y abrir la puerta evitando que capitán salga a la puerta y se escape.
                              F. L. G "alias" P4ToTa