Invento del ser humano para
cocinar carnes, calefaccionarse, etc. Al que luego se le fueron agregando otras
funciones, este fuego que hoy en el año 2014 lo seguimos utilizando para de vez
en cuando hacer algo asado o como paso el día sábado, cuando se lo uso para
tensar los parches de cuero de más de medio centenar de tambores. Si si es que
este sábado acá en Paraná se volvió a realizar el contra festejo, espacio
cultural y popular masivo, donde revivimos por un día nuestro pasado negro en
el continente, donde nos levantamos llamándonos nuevamente abya yala para por
un rato dejar de ser América y revolver en nuestros adentros raíces indias que
están ahí dentro.
Y en ese festejo el fuego
tiene un espacio preponderante y es que ese fuego y que el humo de esos palos medios verdes nos
trajo un poco de negro, un poco de zambo, de mulato. Donde por más que el que
este al lado nuestro sea un gringo, cuando arrancaron a sonar los tambores se
volvió, tan solo por un ratito, un zulú con lanza en mano. Nos vibra adentro no
es muy sencillo de explicar lo que acontece, miren que en estas líneas estoy
tratando, pero es difícil si no se lo siente, si no se lo vivencia.
Cuando
irrumpen los primeros acordes de las cuerditas de candombe empieza esa
vibración por debajo de la piel, se nos revienta una venita y vuelca la sangre
de indio, y de negro… y nos volvemos agiles bailarines quienes no lo somos,
saltamos cual guerreros bantúes en ese mismo baile y si nos acercan un chico
capaz hasta podamos seguir el ritmo.
Ese humo y
ese fuego producen milagros en el barrio del tambor, y esos milagros habemos
algunos que sostenemos deben repetirse, por eso venimos a gritando desde
algunos rinconcitos que nuestras raíces, por mas perdidas y olvidadas que nos
quieran hacer creer, de vez en cuando emergen entre el humo y el fuego y
posesionan un pedazo de la ciudad.
F. L. G "alias" PaToTa