
La misiva tenía su letra, por lo tanto era suya, la
dedicatoria era para una joven. Una antigua pareja la cual no veía hacia un
tiempo estaba prendida con un clip a una foto, la misma era de una noche en un
bar donde habían compartido una hermosa velada. Empezó no dándole importancia,
es más hasta pensó en tirarlas, termino de embalar las cajas de libros y cuando
volvió a la pieza sobre la biblioteca estaban allí, inmóviles, perturbadoras,
en un silencio que aturdía, allí estaban la carta y la foto.
Juan Cruz siguió sin darle importancia a la cuestión y se dedico
a ordenar lo que quedaba del cuarto y limpiar un poco los pisos. Termino con
esas tareas bastante triviales y sobre la biblioteca permanecían incólumes ambas cosas, opto después de mucho dar vueltas por leerla y
para ver que hacía con ellas. Se sorprendió gratamente después de los primeros
tres renglones, estaba bastante bien redactada para lo que sus torpes manos solían
hacer, siguió con la lectura y se
percato que era buena la carta por que había traído de inmediato la cara y la
figura de la joven Julieta.
La lectura se fue haciendo densa y de golpe de los ojos le
brotaron dos gotas que rodaron por su barbada mejilla hasta estallar en el
papel, se le aflojaron las piernas comprendiendo que la extrañaba, era
imposible no traer su recuerdo y añorarla, pese a que la relación había terminado
en pésimas condiciones, la carta continuaba por unas breves líneas mas y Juan
cruz no pudo, no llego a leerla, la quito delante de su cara para evitar
lagrimear peor y ahí llego, llego la imagen. Si había algo que faltaba era la
foto que retratara a ambos sujetos y se quebró, rompió en un llanto
desesperado que no entendía bien de donde salia.
Meses largos habían pasado, creía tener todo liquidado con
respecto a su ex pareja y entonces el puñal llego en forma de carta cortando
los tientos que sostenían la endeble estructura que venía armando. La noche lo encontró
acurrucado, sobre una cama vacía abrazado a una almohada que hizo de compañera terapéutica
en el momento mientras miraba el teléfono a lo lejos, con una sensación extraña
pensando una y otra vez en escribirle.
Lloro más aun en la noche y comprendió la irreversibilidad
del cambio y maldijo su memoria, además de la puta suerte de que esa foto
adosada a la nota cayera del libro. Por la
mañana se sentó en la cama y no se aguanto más, le escribió saludándola y
preguntando trivialidades con el fin de que haya una respuesta. La respuesta
nunca llego y volvió a insistir esta vez con el corazón en la mano prácticamente;
escribió que la extrañaba, que sinceramente la extrañaba y se hallaba muy
dolido.
Por la noche cuando casi no había esperanzas de que llegara
un mensaje, el celular sonó y el corrió desesperado a buscarlo, había un
mensaje de texto en la casilla con el número de Julieta, la respuesta fue: “yo también
te extraño, pero acá no habrá final feliz, lo mejor es seguir como estamos, sin
vernos”
Lo lapidario del mensaje lo abatió, lo demolió en cientos de pedacitos... esa noche se hundió la
botella del vino más barato que encontró y se dedicó a insultarse a sí mismo. Hoy
varios meses después aún llora y es probable que lo siga haciendo, se dio
cuenta que a veces los errores no pueden enmendarse.
F. L. G "alias" P4tOtA