Con el dolor a flor de piel aun, con las venas teñidas de
enojo, arranco a escribir estas líneas bastante desordenadas que no tienen más
objetivo, que el recordarte lo mucho que te amo.
Hace un par de días te piantaste pa los cielos, ahí donde tantas veces repetiste ibas a
encontrarte con tu hijo, ¿Como vamos a estar tristes? Si vos ahora seguro estas
desde allá arriba cebándole unos mates, riéndote a carcajadas con ese negro
divino que tenemos de tío.
Yo no peco de egoísta, yo tengo claro que vos esperabas el
momento, por que las cosas no eran ya lo mismo… por que todo dolía el doble y
por que nada estaba siendo igual.
Así que acomodaste tus mejores pilchas, esa hermosa valija
la llenaste de abrazos y recuerdos y te dispusiste en el anden a esperar el tren
que tiene boleto de ida, rodeada de todos nosotros, te abrazaste con todos, nos
dijiste o nos regalaste alguna cosita que seguro no nos la olvidamos más. Y en
eso llego, grande, imponente una locomotora de las viejas, de esas que vos me
contabas cuando era guri, tiraban los trenes en los que viajabas. Freno mientras algunos reventábamos de bronca y
otros disimulaban las lágrimas detrás de negros lentes.
Se me aflojaron dos lagrimones enormes, que rodaron por la
cara y fueron a parar al suelo pero al verlo a ese roble de 88 años llorar busque abrazarlo y mostrarme de piedra para
que se apoye en mi, yo que tantas veces necesite su guía. Vos sacudiste un
pañuelo multicolor de esos hermosos que usas, y dijiste no es un adiós, es un
hasta luego.
Algunos enojados, otros quebrados, ahogados en un llanto
eterno pedían te quedes, busque la serenidad del cielo diáfano de ayer para pensarlo…
Y la respuesta que encontré no me sorprendió, era un viaje a partir del cual
vos ibas en paz, serena, con tus rulos divinos, tus lentes ahumados para el sol
y la esperanza tuya de encontrarte con el tío, que no me cabe duda allá,
esperaba en la puerta con un termo y el mate recién ensillado. Para cuando
llegues vos viejita sentarse en la mesa (como lo hacían en casa) a charlar por
horas y devorarse los mates.
El tren silbo, esas ruedas enormes traccionaron sobre el
metal y el chillido del roce entre fierros me inundo los oídos, apuraste el
paso medio a las chuequeadas como siempre y subiste el escalón para emprender
el viaje. Desde el anden nosotros viendondote despacito irte entre el humo y el
vapor que la locomotora emanaba. Me aleje un poco del gentío para ver un poco más
claro, para observarte mientras te ibas, te habías sentado en el tercer vagón,
llevabas tus lentes, tu vestido bien arreglado, tenias tus guantes de seda y
una cartera que hacia tono con los mismos. Estabas tan paqueta como lo
estuviste siempre y con una serenidad que daba miedo, el problema es para los
que acá quedamos peleándola entre mortales pero con la firme certeza que vos
junto con ese negro hermoso que tenes por hijo están en algún lado tomándose
unos amargos y vigilando que los que acá estamos no hagamos ninguna cagada.
No me quedo mas que gritar desde el costado del tren un hasta
pronto mujer eterna, mujer de casa, de
laburo y por sobre todo de familia. Como vos dijiste esto es un hasta pronto
nada más. Y hoy pongo el reloj en cuenta regresiva para que ese hasta pronto se
cumpla y vuelva a verte. Te quiero
F. L. G "alias" P4ToTa
No hay comentarios:
Publicar un comentario